Ella caminaba al compás de los latidos de su corazón. -Ahora no-piensas. Sabe que detenerse a escuchar el ruido de su imaginación es como viajar sin boleto de regreso, y no tienes tiempo, sino llegas en 15 minutos, ya fue. Y hace calor. -¿Por qué se siente tan bien que el viento te despeine?-
...Es que estás sintiendo algo que no se ve, que no puedes tocar y que sin embargo, pone alerta a tus cinco sentidos...-Es inevitable soñar...-Ya no caminaba tan lento; sus ojos, cual pinceles nuevos habían encontrado el lienzo perfecto: el cielo. -Y ahí está el Príncipe sapo...y mira la cama de la bella durmiente, está clarito...esa es la cara de la sirenita...-Te das cuenta que Disney marcó tu vida, sonríes y sigues caminando. Esas nubes que aparentemente eran manchas blancas en el atardecer del martes, se convertían en su compañía, y ya no tiene miedo de caminar sola, porque dibujar en el cielo es como bailar en la oscuridad sin que nadie te vea. -Porque cuando bailo así, soy feliz...aún cuando no tenga sentido.
Ya es tarde.La noche le ganó la pelea a la tarde y de las nubes y mis dibujos, poco se sabe. Ella estaba inquieta y casi corría entre las luces amarillas de las calles. -No voy a llegar...- Subes a un micro, y el cobrador te dice que al fondo hay y sitio y que avance señorita. -Si no llego, me van a matar...- Pero el tiempo es inexorable, como las estaciones y como se trata de ti, menos te va a esperar. Se empieza a dar cuenta de que los zapatos son muy altos e incómodos, que su vestido no tiene nada que ver con el micro y que su pelo... de nuevo está hecho una desgracia. -Señor, bajo en el semáforo- Y el señor, que en verdad tiene 19 años, la mira burlón: el semáforo no es paradero. Perfecto, llego tarde de hecho.
3 cuadras más allá, se podía ver una figura pequeña, con tacos muy altos para una persona acostumbrada a los converse, y lo que es curioso: está corriendo.
Jadeando, despeinada con el vestido volando por todas partes...-Llegué- Le entregas la invitación a Paquito, y el te sonríe porque se acuerda de todas tus anécdotas escolares, además de que hace exactamente un año, te estabas graduando.
Caminaba más despacio e intentaba arreglarse de cualquier forma, igual estaba tarde y la ceremonia ya debía haber empezado...Cuando llegué al toldo, las personas estaban de pie conversando entretenidas, porque aún no empezaba nada. Respiras, te sientas, le das gracias a Dios de que la hora peruana no tiene nada que ver con la hora inglesa...y de pronto escuchas la misma canción con la que caminabas el año pasado...ves la misma decoración, las mismas togas...pero caras nuevas, caras familiares, personas que adoras. Te prometes no llorar y aplaudes a los nuevos ex-alumnos de aquel colegio que fue tu familia.
La vida es tan divertida a veces-piensas.
