sábado, 21 de febrero de 2009

Tantas veces E.

A veces el aire es tan denso.
Las luces tan efímeras y las distancias tan abismales...
que uno se pierde en la confusión.
En el deseo de encontrar respuestas y concretar decisiones.

A veces la soledad te hace loco.

Y el humo del cigarro flamea pasivo en una noche cálida. Tus labios se han curtido de tanto café
La fresa ácida del chicle ahora sabe a plástico.

Pero sigues esperando. Solo que no sabes qué.
¿Autismo?
-
¿ausentismo?
--
¿Algún otro ismo?
---
La espera es impaciente.piensas. Sabes que esta sensación de angustia-miedo-remordimiento, es constante, cual navaja flamenca; de esas que matan solas....
lenta y dolorosamente.

Las pisadas, las bocinas, las voces y el viento.
Todo gira alrededor.

¿Cuándo carajos se van a callar?

Ella sigue esperando, en esa banca garabateada
sola, con un café (frío ahora), un cigarro
y una caja de chicles vacía...
en un silencio propio
que más parece un réquiem
que sabe a desesperación.

viernes, 6 de febrero de 2009

febril desesperanza.

Cuando me preguntan que quiero hacer de mi vida, miro al cielo y espero silenciosamente a que llegue una respuesta. Ser persona es difícil, porque mi naturaleza animal posee instintos ansiosos de recorrer el cielo y los océanos como un híbrido acuático-volador para sentir el aire y mecerme en el agua...esperar paciente el amanecer para saludar al sol y jugar con sus rayos cálidos sobre mis alas... hasta que llegue el atardecer y así poder acostarlo con un espectáculo de luces matizadas, un escenario donde el rosado besa delicadamente un dorado juguetón que entrelaza su brillo con el celeste y el naranja.
Abrazados, arrullan al sol que se cobija en el mar en donde también lo puedo recibir bajo las aguas tibias...

Volver a la realidad se convierte en un doloroso cambio. Mis sentidos se desesperan por salir, porque mi mente divaga o piensa dentro de un cuerpo deformado por las exigencias o expectativas de otro grupo de personas que se encargan de desterrar el arte y las ilusiones de la gente para maquinizarlas y convertirlas en cajas de cambio.
Toda la magia se convierte en un humo espeso que se extingue lentamente con el caos y las complicaciones de la gente grande. Esa, que te impone cosas y convierte los colores en un gris asqueroso. Tan grises como sus propios espíritus.