domingo, 17 de mayo de 2009

pasa.

Las arrugas que surcaban su rostro eran tan profundas como la mirada que tenía esa tarde.
Sus manos, pecosas, cansadas y desgastadas... sujetaban imperiosamente un cigarro.
Era una desconocida, sí. Pero mis ojos sentían que detrás de esas canas y de sus rasgados ojos
había algo más.
algo que nos unió inmediatamente. sin que nunca lo supiéramos. Ella miraba el mar con nostalgia y exhalaba el humo, que parecían sentimientos espiralados, grises y olorosos.

ella, que no sabía quién era yo, me miró para decir con su mirada
que tuviera cuidado,
que tuviera cuidado de caer en el abismo en el que ella ya se encontraba.
Una.
dos.
tres
lágrimas recorrieron sus mejillas.
no sabía por qué.

y sin querer. mis ojos empezaron a llover
también.

No hay comentarios: