viernes, 6 de febrero de 2009

febril desesperanza.

Cuando me preguntan que quiero hacer de mi vida, miro al cielo y espero silenciosamente a que llegue una respuesta. Ser persona es difícil, porque mi naturaleza animal posee instintos ansiosos de recorrer el cielo y los océanos como un híbrido acuático-volador para sentir el aire y mecerme en el agua...esperar paciente el amanecer para saludar al sol y jugar con sus rayos cálidos sobre mis alas... hasta que llegue el atardecer y así poder acostarlo con un espectáculo de luces matizadas, un escenario donde el rosado besa delicadamente un dorado juguetón que entrelaza su brillo con el celeste y el naranja.
Abrazados, arrullan al sol que se cobija en el mar en donde también lo puedo recibir bajo las aguas tibias...

Volver a la realidad se convierte en un doloroso cambio. Mis sentidos se desesperan por salir, porque mi mente divaga o piensa dentro de un cuerpo deformado por las exigencias o expectativas de otro grupo de personas que se encargan de desterrar el arte y las ilusiones de la gente para maquinizarlas y convertirlas en cajas de cambio.
Toda la magia se convierte en un humo espeso que se extingue lentamente con el caos y las complicaciones de la gente grande. Esa, que te impone cosas y convierte los colores en un gris asqueroso. Tan grises como sus propios espíritus.

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